Pasión irracional

"No siempre los suicidas son cobardes, no siempre los cobardes son suicidas".


Desde lo más recóndito de mi mente estoy escribiendo esta nota, este pedazo de papel que intentará expresar lo poco que me queda, nada.

El tiempo se ha detenido aquí, nada sirve, los espejos no reflejan, el agua no sacia mi sed, el fuego no me da calor. Todo es extraño, fuera de lugar; mi país de las maravillas se ha venido abajo, ya no tiene arreglo.

Estoy sentado en la mesa del bosque, aquella donde nos reuníamos para tomar el té, mis personajes, mis sentimientos y yo. Mi vida se ha desvanecido entre mis manos por no tener un poco de valor para enfrentar la realidad.

Sí, la realidad. Un loco enamorado, ¿quién lo diría? Todos hemos escuchado la expresión "loco de amor", pero ¿loco enamorado? Vamos, eso es nuevo, y eso fue lo que se infiltró en mi mundo, en mi mente.

Cómo una simple persona puede voltear todo de cabeza, cómo una simple persona puede arrebatarte tus ideales, tus convicciones y dejarte solo, sin nada a qué aferrarte, sin nada por lo qué vivir.

Esta mesa está vacía, mis invitados se han marchado, el azúcar se ha escaseado y el té se ha agotado. Mis pensamientos son cada vez más confusos, mi estómago me dice que algo anda mal pero ¿qué será? Últimamente no he comido mariposas ni ningún otro tipo de insectos.

Mi corazón está desesperado, intenta buscar ayuda en algún lugar, ayuda que no encontrará en este inhóspito lugar, en esta mesa de recuerdos y añoranzas.

Lo único que puedo recordar son tus sonrisas, tu gran sentido de humor, tu piel tan blanca como la de un conejo y por supuesto tus hermosos rizos dorados, aquellos que me cautivaron desde la primera vez que te vi.

Me resguardo en este lugar desde aquel momento, el momento en que no tuve el valor para decir lo que siento.

Estoy loco y eso me agradaba, pero por estar loco me he enamorado de ti.

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