Mundo al revés

¿Y qué tal si volteamos el mundo?


Sí, un mundo donde volemos en vez de caminar, donde saciemos la sed con fuego y nos sintamos acogidos con el agua.
Un mundo donde las mariposas sientan humanos, donde los ratones le corran a los elefantes, donde los gatos sean el mejor amigo del hombre, donde soñemos para vivir y estemos en la realidad para soñar.
Un mundo donde lloremos de felicidad y sonriamos de tristeza, donde el olvido no sea un asesino, donde las lágrimas sean sentimientos y no dolor.
Un mundo donde los libros sean más comerciales que las películas, donde abrazar a una persona sea más acogedor que a un peluche, donde las rosas no lastimen, donde la belleza no sea sobrevalorada, donde la ropa no te hace ser quien eres.
Un mundo donde la sociedad no te domina, donde podemos creer en lo que queramos sin ser señalados, donde la religión no domine masas, donde las divisiones no existan, donde los políticos no mientan, donde la palabra "discriminación" sea un delito y la palabra "igualdad" se observe en el día a día.
Un mundo donde los espejos reflejen la verdad, donde el arte tenga tanta importancia como todo lo demás, donde el dinero no valga más que un cariño, donde la mentira no sea una condena.
Un mundo donde riamos al molestar y gritemos de alegría, donde las noches sean seguras, donde la amistad sea más que una palabra, donde las armas curen, donde las cárceles reivindiquen almas.
Un mundo donde el licor o las drogas no sean más económicos que la educación, donde al ser niños seamos sabios, donde la inocencia no se extravíe en la crueldad, donde los cigarrillos no sean una escapatoria al estrés, donde una diatriba no sea violenta.
Un mundo donde escuchemos en vez de oír, donde caminemos con el tiempo en vez de correrle, donde los sueños nos vuelven niños en cuerpos grandes, donde el sol sale para apreciarlo y no sólo para dar calor.
Un mundo donde la locura sea un privilegio, donde la esperanza sea lo último que se pierde, donde el amor es complemento mas no una satisfacción asegurada.

Un mundo donde tú me quieres y yo a ti no.

Engaño

Él sólo esperaba, esperaba que todo terminase; que el dolor se desvaneciera con el tiempo. No veía salida. 


En ocasiones tiendo a preguntarme ¿qué sería de mi sin alguien a quien querer? No sería nada; ya que tengo esa extraña necesidad de tener algo a que aferrarme, algo por lo cual seguir caminando, algo por lo que llorar o sonreír, algo que, aunque mucho me duela, jamás será duradero.

Siempre intento esforzarme por ello, por seguir en esa lucha continua, por cuidar mi tesoro invaluable, por querer sin pensarlo, por sonreír sin miedo, por suspirar con libertad, por tomarle de la mano sin que se me pase por la mente que algún día se marchará sin decir adiós.

Sin decir adiós, porque te conozco y tú no a mi,
Porque mis lágrimas me hicieron compañía,
Porque la oscuridad se acercó a cobijarme,
Porque los recuerdos sólo intentaban hacerme sentir mejor,
Porque tu descuido me abofeteaba cada que tenía la oportunidad,
Porque tus falsas ganas de querer me inspiraban a intentarlo...

Y en el intento me quedé varado, esperando por tu presencia, esquivando la realidad, sentado como un niño desolado, queriendo engañarme con que todo resultaría bien, buscando una escapatoria a todo esto.

Me dijiste que todo sería distinto, que me querrías como jamás lo habías hecho.
Me dijiste que volverías por mi y no fue cierto, no lo fue.

Pretérito imperfecto

Vives en mis recuerdos más no en mi presente, porque en el presente... Has cambiado.


Eres infierno, eras cielo

Eres lujuria, eras pudor
Eres desgracia, eras fortuna
Eres pena, eras alegría
Eres demonio, eras ángel
Eres inmadurez, eras sabiduría
Eres lágrimas, eras sonrisas
Eres desidia, eras cuidado
Eres engaño, eras verdad
Eres sombra, eras luz

Te quería, te quiero, te querré

Te alejaste, llegaste, te quedaste, te marchaste
Caminé, camino, me extravié
Me dolía, me duele, ya no sentiré
Esperé, espero, no sabré.

Eres tú sin mi, pero ante todo, no eres nada.

Prejuicios

Creí estar al tanto de todo lo ocurrido, haber escuchado lo necesario, saber todo acerca de...



Las ideas se abarrotaban en mi cabeza, no dejaba de pensar, estaba perdido. Mis mejillas estaban húmedas, ¿qué era lo que las había empapado? No había ningún fluido en donde dormía; descarté la idea. Mi corazón pedía a gritos un descanso ¿por qué estaba tan agitado? ¿Qué estaba sucediendo? Las sienes me dolían y mi estómago quería sermonearme, pero ese no era el momento, tenía que salir de ahí.

Me levanté apresuradamente y observé mi alrededor, ¿cómo había llegado a aquél lugar tan raro donde las sombras eran casi palpables? O más extraño aún, ¿por qué no recordaba nada? A lo lejos se escuchaban alaridos desgarradores, ¿quién era el portador de aquel dolor? Tardé un rato en comprender que estaba en la sala de un hospital y nadie se encontraba en ella, sólo yo. ¿Acaso no deberían de haber familiares esperando en la insertidumbre, alguien aguardando la hora para ver a su guerrero o una persona llorando por alguien que ha partido? Los quejidos se oían cada vez más fuertes y me apresuré en averiguar su paradero. 

No era tan complicado seguir aquel sonido perturbador, el hospital estaba solo aparentemente, tanto que los gemidos hacían eco en lo más recóndito del lugar. Caminé unos cuantos minutos por la desesperanza de los pasillos, intentando no distraerme por el olor a lágrimas y a muerte; siempre he sido un cruel realista, pero aún así, he aprendido a valorar una sonrisa y aferrarme a la esperanza. Todo el estruendo venía de la última habitación, la 109, curioso número, por alguna razón me llegaba un vago recuerdo al leerlos. Tomé el pomo de la puerta, era tan frío como un témpano de hielo que me hacía daño con sólo tomarlo, giré rápidamente el pomo y empujé la puerta, los gritos cesaron. 

En el medio de la habitación había una cama, sólo eso se podía avistar, las paredes estaban pintadas en oscuridad y el frío estaba adherido a  cada cosa que se encontraba dentro, incluyendo a esa extraña persona sin vida aparente. Me adentré en aquél ataúd sin apartar la vista de la persona dentro, era tan blanco como un nube, tan apagado como la misma, su cabello descolorido, parecía muerto con tan sólo verlo, pero era imposible aquella suposición, él se encontraba sentado, hace segundos le escuchaba gritar pidiendo ayuda, tenía que estar vivo. 

Alzó la mirada y nuestros ojos se encontraron, una oleada de pánico y euforia me atacó, ¿por qué le odiaba tanto? ¿Qué era lo que me repugnaba de él? Quería golpearle hasta arrebatarle lo poco de vida que le quedaba, quería cuidarlo hasta sanarle todo ese dolor, las dos cosas al mismo tiempo. Sus ojos eran de color caoba, perfectos gracias a lo que ocultaban, su mirada era vacía, indolora, algo no andaba bien. Parecía no haber comido durante un tiempo, sus huesos se podían ver sin ningún esfuerzo y las ramificaciones rojas de sus ojos le delataban haber estado llorando un buen tiempo.

Una sonrisa rota se dibujó en sus labios y entonces estallé:

—¿Quién te crees que eres para burlarte de mi de esa manera? le grité— Hace segundos llorabas sin consuelo, pedías ayuda a gritos, y ahora estás ahí, sentado riéndote de tú dolor. 

—¿Sólo eso piensas decirme? repuso con dolor Estoy aquí porque quiero, aquí estoy por esperanza, estoy aquí por querer, estoy aquí porque...

Tú mirada es inservible —intervine de inmediato, no quería seguir escuchándole, no tienes objetivo alguno, eres patético. No comes, te has echado al abandono, ¿has intentado escapar de este lugar siquiera? La soledad te está consumiendo y no haces nada al respecto.

—¿Crees que eres el indicado para juzgarme? —espetó disgustado— No creo que nadie lo sea. La soledad es la única que me ha hecho compañía, llevo aquí tanto tiempo y apenas me has encontrado, justo cuando iba de salida. Nos hemos estado observado siempre y aún no sabes ni quién eres...

—Sé perfectamente quién soy. 

Se levantó torpemente de la cama con una sonrisa amplia y caminó hacia mi, ignorando lo último que le dije, como si realmente no le interesara. Me pasó por un lado sin siquiera mirarme y se aproximó al espejo que se encontraba en la habitación.

—No, no lo sabes, porque de haber sido de esa manera, no hubieses señalado tu reflejo.  Sólo recuerda sonreír.

Parpadeé un par de veces, no podía creer lo que acababa de escuchar; pero entonces me encontré solo en la habitación, mi habitación, parado frente a un espejo mientras me veía fijamente. 

Ambigüedad

Traté de adiestrar a mi corazón, traté de hacer comprender a mi razón. Luego aprendí que es más sencillo olvidar que adiestrarlos.

Tratar de ser fuerte no es sencillo, por ende aparentamos serlo.
Somos más vulnerables de lo que aparentamos, más fuertes de lo que creemos ser, pero por alguna extraña razón, podemos llegar a fortalecernos con heridas, con errores, con un simple nombre en nuestra monotonía.

Despertar es la parte más complicada del día, saber que no estarás a mi lado en todo momento, pensar que no te preocupas en lo absoluto por mi al notar que tu mensaje no se encuentra en mi bandeja de entrada, apartar mi apetito a un lado por darle prioridad a mis pensamientos, intentar no estar malhumorado toda la mañana para que no puedan avistar con mi comportamiento lo mucho que te extraño, todo es un reto, un reto divertido e interesante, doloroso.

Si todo fuese sencillo entonces no tendríamos por quién sufrir, por quién pensar, por quién sonreír o de donde aprender.

Una mente retorcida es lo único que poseo, me aceptaste de tal manera y por la misma razón te terminarás alejando. ¿No lo haces en ocasiones ya? La ausencia en en muchas oportunidades toca mi puerta, se sienta a conversar conmigo y sólo consigue obsequiarme un poco de tristeza; más tristeza para aquél saco que está apunto de reventar. 

¿Cuánta tristeza podremos tener en nuestra posesión antes de que esta tome vida y nos consuma? Siempre le formulo aquella incógnita a mis lágrimas, pero ellas sólo descienden en silencio, callando todo ese dolor que suelen aguantar hasta desvanecerse en mi regazo. 

—¿Dónde quedaron esos mensajes que debí recibir?—Reproché con desgano. 
—En tu ilusión, lo más probable— Me respondieron mis recuerdos.

Entonces sonreí porque a pesar de todo aún tengo mucho que desear, mucho que querer y mucho por lo que llorar. "Es sólo una etapa", esas palabras aún resuenan en mi mente, aunque son realistas y dolorosas, son tan ciertas como lo que siento por esa persona.

Y con una esperanza en la mirada levantaré el rostro, caminaré con mi máscara de sonrisas, esperaré lo inesperado.

Esperaré un "te quiero".

Ansiedad

El tiempo siempre apremia a los desafortunados, hoy en día me atrevo a decir que soy una prueba auténtica de ello.


Había pasado tanto desde aquel entonces, ya su imagen no se reflejaba en mi memoria, sólo sabía que aún existía en mis deseos, que esa llama de lucha no se había extinguido y aún, tenía esperanza. Sólo recordaba su sonrisa con exactitud, esa que me enamoró cuando la vi aunque sea por unos minutos, estaba grabada en mis sentimientos.

Faltaban ya veinte para las seis, estaba exhausto pero aún no quería marcharme de aquel lugar; siempre me ha agradado la música, ese concierto en el que me encontraba era excepcional y aunque era hora de partir, me detuve a comer algo. Una figura se paseó en frente de mi, una muy familiar, una que atormentaba mis sueños y ahí supe con precisión de quién se trataba, era ella. Intentando engullir difícilmente el pedazo de pizza que me quedaba, sólo alcancé a decir su nombre, no quería dejarla escapar, no quería pasar por ese calvario nuevamente, no sin ella. 

Sus ojos verdes se posaron en mi, haciéndome alucinar como la primera vez que nos vimos, no podía creer que volvería a ver esos risos tan oscuros como mi sombra, esa piel tan blanca como una nube, estaba paralizado. Lentamente se acercó a saludarme y se detuvo a medio andar, sostuve un grito ahogado intentando no aparentar mi ansiedad, pero ella lo notó. Sonrió como si estuviese avergonzada, me abrazó y se marchó sin más.

Esa inquietud que se presentaba en mi cada cierto tiempo, esa frustrante melancolía de poder recordar por qué la quería tanto, por qué mis recuerdos siempre apuntaban a un rostro sin facción alguna, se disipó al verla.

Sólo añoraba uno de sus besos, una de sus caricias, quizás un "te quiero", quería sentirla a mi lado, quería hacerla mía y saber que jamás se marcharía; pero sabía que eso no era posible, ella no estaba interesaba en lo absoluto y yo, sólo tenía que aceptarlo, por eso la había intentado olvidar sin éxito alguno y ahora todo había vuelto a renacer. 

Estuve días desorientado, queriendo revivir ese momento, verla por tan sólo unos segundos fue como haber logrado cada una de mis metas, sentía que era sólo mía aunque así no fuese, ya no sabía qué hacer para volver a hablarle, no tenía el valor para hacerlo y volvería a sufrir solo, nuevamente...

Entonces mi móvil sonó.

Seguir adelante

Un adolescente sabe de dolor, de drama, de problemas, de sonrisas y de llantos. Pero no importa si sabemos mucho y aplicamos poco.


Aquí estoy, siendo fuerte como muchos de ustedes lo han sido, como muchos han temido serlo, como muchos lo son justo en este momento, tal cual como yo. En ocasiones nos ubicamos en una etapa con verdaderas dificultades, donde no sabemos qué acciones tomar o a donde acudir en búsqueda de un poco de ayuda; lo cierto es, que somos más fuerte de lo que creemos, más frágiles de lo que aparentamos ser... Por eso tendemos a desplomarnos con un simple "te quiero".

Un "te quiero", curiosa palabra.

Es extraño como algo tan perfecto puede hacernos tanto daño, 
Como algo que nos destruye en segundos puede extasiarnos de felicidad hasta dejarnos sin aliento,
Como unas simples palabras pueden cambiar nuestras decisiones de manera tan radical.

En los pocos años de edad que tengo he aprendido infinidades de cosas, adquirido una amplia gama de información sobre las personas, sobre sus pensamientos, sobre su vida y experiencias, he llorado en innumerables ocasiones, he sonreído hasta que mis mejillas pedían un descanso, he escuchado hasta quedarme aturdido, he visualizado tantas cosas que aún siento que todo es un sueño... Y aún, sólo soy un adolescente, un niño en proceso de crecimiento, una etapa donde somos tan vulnerables que hasta un chasquido nos puede destruir; por ende tenemos que ser impávidos, unos guerreros intrépidos, ya que, empezamos a ser esos héroes que tanto añorábamos conocer sin siquiera notarlo, empezamos a crecer.

Emprendemos un camino proceloso, donde los temores y la angustia se apoderan de la poca certeza que conservaba, pero aún así, debemos caminar.

El diario que nunca escribí

Normalmente siempre tengo un repertorio de cosas qué decir pero siempre callo.


¿Cómo sería un diario si lo escribiese yo? Seguro tendría fragmentos descabellados, aterradores; normalmente la locura siempre predomina sobre mi cordura y el valor la ayudaría a expresarse en unas simples páginas, en todo caso, si alguien lo leyese de seguro me buscaría ayuda, me aislarían en un manicomio, donde sólo podría escribir mis aventuras y no tendría la oportunidad escoger la opción entre lograrlas o quedarme en lo más recóndito de mi monotonía, siendo el mismo cobarde de siempre, temiendo salir de mi área de confort; si alguien lo leyese, de seguro me asesinaría.

Las páginas estarían repletas de desamores y falsas esperanzas, uno que otro nombre amenazaría con escaparse del papel y asfixiarme entre lágrimas. Hoy en día, sólo tendría escrito cuánto te quiero, tu nombre estaría hasta en los márgenes y de seguro escribiría con miedo, con miedo al mañana, con miedo a perderte.

Relataría sobre mis luchas, sobre la batalla que vivo en el presente; una batalla que va dejándome sin fuerzas, que ha dejado más heridas que triunfos y cuando quedé sin esperanza, ya no habrá vuelta atrás; esta pelea por lo poco que sé debe combatirse con la persona a quién quieres, en caso de no serlo así, terminarás en la derrota y morirá el tesoro más grande que puedes poseer, la ilusión.

Pero cuando eso suceda volveré a ser el mismo de antes, dejaré mis sentimientos a un lado, dejaré de llorar por otras personas y me olvidaré de quién soy. Las páginas de mis escritos serán distintas, mis inspiraciones serán otras y seguramente caeré en las sombras de algo que no conozco, pero sé que me hará fuerte, aunque me arrebatará algo vital, algo que es necesario y que nos hace humanos a todos, el querer.

Ese sería mi diario, una mezcla de perspicacia e idiotez, una bipolaridad innata con unos antecedentes sumamente necesarios, unos escritos aterradores pero a su vez reconfortante, el título sería locura, ya qué, la persona que me llegue a entender con plenitud, no estará bien de la cabeza, pero será un gran camarada, un amigo.

Drama

Sólo logré escribir unas cuantas palabras antes de decaer, antes de que el drama y la melancolía se apoderara de la poca cordura que intentaba subsistir en mi mente.


Desde mis más profundos pesares:
"Algunas veces pensamos en alguien como un héroe u heroína
Aquella persona que puede conquistarnos con tan sólo una mirada, con tan sólo una sonrisa
Olvidamos lo importante que somos nosotros
Olvidamos a querernos a nosotros mismos, lo olvidamos sin querer
Nos hacemos dependientes de ese individuo que tarde o temprano nos terminará olvidando.

Tarde, siempre es muy tarde para darse cuenta, pero nunca es tarde para sufrir
Sin sufrimiento no hay dolor y sin dolor, no hay aprendizaje.
Siempre es tarde para disfrutar el momento, pero nunca es tarde para sonreír
Sin recuerdos no hay sentimientos y sin sentimientos no hay sonrisas.

Por alguna extraña razón siempre hay lágrimas que terminan escurriéndose entre los sentimientos.
Siempre hay suspiros que se liberan de los recuerdos reprimidos.
Entonces terminamos con un vacío inexplicable, con un nudo en la garganta el cuál sólo sabes desatarlo aquella persona, pero aún así... decide no hacerlo".

Estoy inmerso en una oscuridad monótona, donde el aire no pega en mis mejillas, donde tu voz no irrumpe en el silencio, donde tu compañía está tan lejos como tus sentimientos hacia mi.

Todo esto es una situación compleja, una paradoja sin sentido alguno.

Con cariño J.

Entre tu pasado

Si alguna vez te dije "te quiero" es porque lo he sentido de verdad, quizás aún lo sienta o quizás ya no hay vuelta atrás.


Entre mis recuerdos escuché tu risa, entre tus sonrisas encontré mi felicidad.

Aquellas gotas color miel que me hipnotizaban, esa melodía más dulce que una canción de cuna, aquellas pecas que parecían un camino pedregoso, el más perfecto de todos, el que me fascinaba recorrer con mis besos y mis caricias, tu cabello tan oscuro como una sombra. 

Oh, la sombra de tu pasado, un pasado que dejaste que te dominara, que me borrada de tu presente, tú le has dejado.

Algún día quizás pueda verte de nuevo a la cara y decirte todo lo que siento por ti, pero quizás antes de que ese día sea próximo, yo estaré muerto. 

Muerto de miedo, 
Asesinado por recuerdos, 
Desesperanzas, 
Sentimientos, 
Ilusiones, 
Muerto.

No le temo a la muerte, ¿sabes? 
Temo distanciarme de ti, lo que es distinto. 

¿Es que aún no lo entiendes? 
Te has alojado en mi memoria y no puedes salir de ahí, eso me hiere de sobre manera, pero aún así, es el dolor más gratificante que he sentido durante mucho tiempo.

Ayudemos a Venezuela


¿Cómo subsistir en una población llena de ignorancia, de inseguridad y temores? ¿Cómo crecer en un país donde reina la anarquía?


Quieren destruirte mi amada Venezuela, quieren llevarte hasta tus cimientos, exprimir lo poco que te han dejado. Su cometido era desvanecer la esperanza que te quedaba, sin esperanza no hay nada, ya que esta es la única arma para luchar contra el miedo.

Las calles están vacías, en silencio, repletas de sombras y desesperanza; aguardando que la ignorancia no carcoma lo poco que le ha quedado. Muchos nos hemos quedado sin palabras, nos quedaremos sin lágrimas quizás, Venezuela en cambio, se ha quedado sin futuro.

Te repondrás, mi hermoso país; con tus grandes riquezas y tus hermosos paisajes, con todas tus personas eficientes y la belleza de tus razas, pero aún así tu historia quedará mercada y eso no podrá solucionarse.

Añoraré aquel futuro donde el arte divague por las calles con su hermosura, donde las bibliotecas estén llenas de nuestras palabras. Donde el teatro sea renombrado en el mundo entero, que vengan personas por doquier a vernos expresar nuestros sentimientos y surjamos como ha debido de ser durante mucho tiempo atrás.

Algún día cesarán las lágrimas de todas las madres que han sufrido por sus hijos a los que les han arrebatado sus vidas, algún día las sombras de tu pasado serán ahuyentadas por la luz de un nuevo amanecer, sólo espero que ese día sea más próximo que el tu destrucción.

No hay mal que dure mil años, pero si no combatimos ese problema, este no culminará jamás.

Tu llegada

El veinticuatro de marzo, ese día nuestros ojos encontraron lo que buscaban por tanto tiempo, alguien para depositar ilusiones y esperanzas.


Dime, ¿cómo se oye el crujir de un corazón al romperse? 
Porque cuando llegaste, lo has de haber oído.
¿Es difícil saber que quizás no podrás repararlo? 
Pues olvida eso, ya lo has remendado con tu presencia;
Lo has cosido con tus caricias y  lo estás sanando con tus besos.

Dime, ¿es sencillo querer a alguien herido?
Es complicado sembrar esperanza en un alma perdida, 
Sin embargo, lo has hecho.
En ocasiones te siento tan lejos, pero tan cerca, y sólo temo,
Temo que te marches por donde has venido.

Dime, ¿tendrías el valor para secar mis lágrimas?
Ya he dejado de derramar recuerdos, 
Me has enseñado a tener esperanzas, pero algún día te marcharás
¿Estarás a la disposición de volver y decirme que todo "estará bien"?

Dime, ¿qué viste en mis ojos cuando llegaste aquel día?
Sólo había desesperanza, desconfianza, tristeza, dolor,
Pero aún así, te acercaste y dijiste que todo estaría bien,
Me hiciste sentir como si mis problemas hubiesen terminado 
Por el simple hecho de tenerte a mi lado.

Dime, ¿fue un reto decirme "te quiero"?
No sabía cuando llegarían esas palabras,
Creía que jamás las oiría de nuevo,
Que mi mundo tenía que mantenerse con abrazos de consuelo,
Con palabras de apoyo, nada más.
Y llegas tú, con tus mejores sentimientos, ayudándome a sanar,
Tolerándome, entonces todo he mejorado poco a poco,
Sólo escribo estos trozos de sentimientos para decirte dos palabras,
Dos palabras que quizás cambien las cosas,
Que quizás me aferren a tu presencia...

Sólo quería decirte, te quiero.

Final


—Una copa, quizás dos, mejor tres, sí, tres copas de vino me despejarán la mente —dije mientras caminaba al refrigerador—. ¿Deseas algo?
—Lo siento, lo que deseo no puedes entregármelo —se miró las manos un poco apenada—.

El frío tenue se apoderó de mis coyunturas, mis manos estaban frías como un témpano de hielo, esa sensación sólo me hacía pensar en lo que sucedería más adelante. Me embriagaré, de eso no tengo duda. El dulzor del vino entraba en mi garganta haciéndome vibrar ¿cómo podía agradarme tanto este brebaje? Pues, antes lo odiaba, pero ella me enseñó a beberlo.

—¿Podríamos conversar sobre lo sucedido? —me espetó mientras me sacaba de mi ensimismamiento.
—¿No está todo claro ya?
—Vamos —su voz se engruesó de manera escalofriante, pero aún así la melancolía la dominaba—, quiero saber si esto llegará a su fin, si nuestro camino juntos llegará hasta aquí, si todo lo que soñamos se vendrá abajo, si el mañana me deparará tu lejanía.
 
No sabía que decir, mis manos comenzaron a tambalearse, estaba perdiendo el control. ¿Cómo era posible olvidarse de todo aquello? Simplemente no lo era, no lo había olvidado, no podían desvanecerse esos maravillosos recuerdos, pero eso era todo, simples recuerdos. No sabía lo que significaba "amar", jamás lo he entendido y ella, por el contrario, tenía una idea clara de lo que esa palabra significaba. Yo no quería hacerle daño.

—Creo que... sería mejor —mis palabras se entrecortaban, me faltaba la respiración—... si dejáramos todo lo ocurrido... tenemos que emprender un nuevo comienzo.
—¿Juntos? —sus mejillas se enrojecieron y un destello de esperanza se avistó en su mirada.
—No me refería a eso, mi querida.

El silencio, como siempre, sabía apoderarse del ambiente, ya era monótona esta situación, últimamente sólo discutíamos y eso, eso me tenía fuera de lugar, sentía algo de culpa por lo que ella estaba pasando y la única manera, la única manera sería...

—Entonces, a eso te refieres— dijo con lágrimas entre los ojos—. Todo culminará. Desaparecerás de mi vida como si no hubiese sucedido nada. No entiendo lo que sucede, pero intentaré hacerlo. Malditos ocho segundos... Sí, sólo bastan ocho segundos para caer enamorado frente a alguien; poco tiempo para comenzar un sufrimiento indefinido, ¿no lo crees?

Algo ocurría dentro de mi, una sensación extraña estaba transcurriendo por mi cuerpo, se adueñaba de mi mente, de mi corazón. Luego de una pequeña pausa continuó:

>>Está bien, siempre lo está ¿no? Estoy harta de ser siempre la ilusa, de querer más de lo que debería, de esperar hasta que ya no quede nada más que hacer. De llorar cántaros de penurias y añoranzas. Ya no más, ya basta. 

—Sólo no quiero herirte, no te merezco, no soy los suficiente —le refuté e intenté tomarla entre mis manos, pero ella me empujó con fuerza y dejé caer la copa.
— Ya me has herido, debiste haber pensado todo éso antes de decir "te quiero", antes de proponer estar a mi lado; tus promesas, tus palabras, todo era falso. Te quedarás solo, con una copa rota y un nido de desesperanza.
 
Sabía que todo estaba mal, ella no era la misma persona de hace unos segundos. Estaba herida y eso me agobiaba a tal punto que no sabía que hacer para remendar lo que estaba pasando. Unas palabras se escaparon de mis labios, intentando buscar un ápice de compasión, una pizca del pasado y aferrarme a él:

—Aún... te quiero.


"Quizás, si esas lágrimas no hubiesen brotado de mi corazón. Si esos sentimientos no hubiesen escapado, aún te seguiría queriendo". Esas fueron sus últimas palabras mientras escapaba de mi vida.

Decisiones

Aquellos labios con cianuro que eran de mi fascinación... Tan sólo por poco los hubiese besado, tan sólo por poco hubiésemos muerto juntos.


El café se había enfriado y el libro que tenía entre mis manos ya no me entretenía. Había transcurrido un tiempo razonable, pero aún no hacía presencia. El tiempo, siempre discutía conmigo, no me hacía caso alguno y habitualmente se encontraba en mi contra ¿qué tan testarudo puede llegar a ser? Eso ya no importaba, sólo podía pensar en su cabello crespo entre mi rostro, esos largos y oscuros risos vagando entre mis manos, sus risas recorriendo los pasillos, sus mirada seductora persuadiéndome cada vez más y más.

Día nublado, no tan distinto como cualquier otro; dejé de observar el cielo, lo único que hacia era deprimirme. Sólo le tendría a ella a mi lado para hacerme compañía si en algún momento llegaba, claro. Siempre me ha disgustado esperar, mi impaciencia me caracterizaba, pero por ella esperaría el tiempo que fuese.

Bajé de mi cama y me asomé por la ventana que daba hacia el pórtico, nada. ¿Dónde se había metido? Nunca llegaba tan tarde, normalmente era yo el que se retardaba. Busqué el móvil con esperanza de que alguno sus mensajes estuviesen en él, explicando su demora o su inasistencia, pero sólo lo encontré como yo, vacío.

El silencio me aturdía más de lo habitual, bajé para esperarla afuera, así escucharía el cantar del viento que quizás lo único que podría indicar es que se acercaba una tormenta. Quizás debí haber estado fuera desde un comienzo, quizás debimos habernos visto lo más pronto posible en vez de evadir nuestro problemas, pero ya era tarde, siempre lo era.

La puerta ya estaba abierta de par en par, y ella estaba en el suelo, sin vida. Los labios eran de un color grisáceo, muy similar al del cielo, sus ojos con las pupilas dilatadas, tanto que ya no podía avistar la miel que ellos contenían. ¿Qué había ocurrido? Nada tenía sentido.

Me agaché para tomarla entre mis brazos y al hacerlo algo se desprendió de su mano; una botella con un escrito pegado en ella. La cogí entre mis manos para examinarla, era pequeña, sólo podría contener un trago tan corto como para una persona. Su etiqueta decía lo siguiente: "¿Juntos por siempre?"

Entonces mi mundo se vino abajo, una nota devastadora. Las últimas palabras que tuvimos fueron esas, ella lo gritó mientras yo me alejaba furioso después de haber discutido hace algunas semanas. 

Volví mi vista a ella, por la conmoción no había detallado la comisura de sus labios. Tenían un polvo blanco en ellos; era un hecho que eso la había asesinado, o utilizando los términos correctos, con eso se había suicidado. Si tan sólo me hubiera devuelto a consolarla, pero ya no había vuelta atrás, ahora la decisión era mía.

Recuerdos, sólo eso era lo que corría por mis mejillas, sentimientos resquebrajados por una tragedia inesperada. Un encuentro con un ángel el cual acaba de fallecer a causa de un demonio. Fijé la vista nuevamente en aquellos encantadores gemelos; quizás la poca cordura que conservaba había desaparecido, quizás mi visión me jugaba una broma de mal gusto... sólo veía en sus labios unas palabras que no eran inusuales para mi; sí, en ellos estaba escrito lo siguiente: "Esperanza".


Sus labios

Una sonrisa, una caricia, una mirada, un sueño. Sólo eso pasó por mi mente cuando todo aquello ocurrió.



La primera vez que me preguntaste en qué pensaba, era muy evidente. Veía tus labios, esa fina comisura que definía grandes manjares que algún día querría poseer, sólo los deleitaba, pero me descubriste en el proceso. Entonces sonreí y pensé "¿Por qué no me besa ya? ¿Qué es lo que espera?" El deseo cada vez se intensificaba más, y para mi, era desesperante.

Luego analicé la situación más a fondo, no es el momento pensé. ¿Pero cuándo será? No puedo aguantar mucho ese martirio; soy muy impaciente y más aún en esa circunstancia. Sólo podía ver sus ojos, intentando descifrar el porqué de lo que estaba pasando, pero era inútil  siempre lo era; era diferente, interesante y eso me gustaba más de lo que temía.

Mis mejillas se enrojecieron dejando al descubierto esos grandes deseos, mis grandes anhelos, pero me cubrí el rostro con su sweater mientras sonreía como cualquier idiota; no notó lo sucedido.

El olor a bosque se acentuaba, el ambiente se hacía más pesado, sólo la lujuria era visible, y eso es algo que ni yo podría ocultar, ya era tarde, estaba perdido, completamente cautivado, me había capturado con su hechizo.

Una chispa de picardía se asomó en su interior, sí, podía ver sus intenciones, podía leer sus espejos del alma. Entonces ya estaba perdido, fue más rápido de lo pensado, un beso tan fugaz como la luz, tan irreal como un sueño pero tan dulce, más dulce que cualquier caramelo.

El mundo desapreció en un instante y sólo quedamos nosotros, el cariño y nuestros sueños.

Sólo un escritor

Entonces escribí grandes historias, historias que protagonizo pero donde no estoy presente.


La palabra escritor es sinónimo de audacia, de imaginación, pero también es sinónimo de soledad. Por su gran sabiduría sólo él sabe que la soledad es la mejor compañera, pero que al final del relato, terminará destruyéndolo; él terminará deseando entrar en sus historias, vivir aquellas experiencias que tanto deseó pero no cumplió, y que ahora están plasmadas en papel.

Siempre que tengamos deseos, entonces habrá escritura. Siempre que piense en sus más grandes anhelos, lo tendrá en su imaginación y acto seguido en un papel, para así no olvidarlo jamás, para haberlo obtenido sin que así fuese.

En todos mis relatos escribo sobre un amor imposible, aquel amor perfecto que todos deseamos, no importa su estatura, color de piel o cabello, ni qué tan maravillosos sean sus ojos, el alma del personaje seguirá siempre ahí. La chica que tanto quise pero nunca tuve, y el chico que siempre deseé ser pero jamás fui.

Sin importar la historia, sin importar el final, sólo somos ella y yo. Dos personas que nacen de la realidad pero viven en un cuento inexistente, ya que es la única manera de que estén juntos, de que su amor pueda subsistir

El público siempre ha sido el mejor crítico de todos, despiadado, perverso, bárbaro. Lo que ellos no saben es que esperan leer algo que se asemeje a sus pensamiento, quizás a sus historias, pero aún así siempre tienen el mismo objetivo, sentirse identificados con plenitud.

Por esa misma razón el escritor no debería escribir para el público, debería escribir para él mismo, relatarnos sus grandes proezas, sus extraordinarias crónicas y fascinarnos con las grandes hazañas que su alma quiere expresar.

Su mirada

Y sin querer me enamoré de su mirada, de sus ojos, de su ventana hacia el alma.       

No tenía ganas de discutir, de conversar con alguien, sólo quería huir. Sé que no debemos escapar de los problemas, al final siempre te terminan encontrando, pero ya estaba cansado de ella, de su perfección, de su indiferencia, de su sonrisa. 

Aquellos risos de color cobre, tan vívidos que me hipnotizaban, sus dos lagos tan verdosos y expectantes, tan intensos y profundos. ¿Cuántos secretos podría guardar aquella persona que tenía en frente de mi? ¿Acaso ya no era interesante con tan sólo verla? Pues no, era aún más que eso, aquellos luceros reflejaban tristeza, inseguridad, temor.

Besar sus pecas haciendo un recorrido por su cuerpo era un recuerdo que no podría olvidar con tanta facilidad, verla por horas y juguetear con aquella cabellera mientras dormía en mi regazo, fotografiarla cuando menos se lo esperaba, todo eso era perfecto.

Aunque era hermosa, todos nos cansamos de ser siempre ese "Hola", de dar todo por el todo y no recibir nada; eso fue lo que sucedió entre nosotros, entre mis sentimientos. Sólo quería alejarme de todo y lo logré. 

Estábamos en un café conversando cuando me di cuenta que nada funcionaría. Me levanté bruscamente de la mesa intentando ignorar su expresión, salí del establecimiento lo más rápido que pude, y corrí, corrí como si no hubiese mañana, como si quisiese volver al pasado, a aquellos hermosos momentos. Lo que no esperaba es que ella viniese detrás de mi.

El aire que pegaba en mis mejillas era frío y esa sensación me agradaba, el sonido del aire transcurriendo por mi cuerpo era maravilloso. Al transcurso de unos segundos ya estaba muy lejos de ella, pero no de mis recuerdos, había llegado al lugar donde nos conocimos. 

Me incline sobre la orilla asegurada de aquel puente sobre la playa. El olor a salitre comenzaba a rasgarme el interior de mis fosas nasales  Estaba oscuro. Observe el mar como si nunca hubiese visto una superficie tan inusual. Oscura, casi inexistente. Abrace el recuerdo de su olor, no podría vivir pensando que ella no estaría conmigo. 

Imaginé nuestro primer beso, sus caricias, su manera de observarme, pero ya no estaría a mi lado, ya no sería mía. Y sin pensarlo me entregue al vacío. Sentí como las heladas aguas me acariciaban y deje que mi cuerpo se hundiera, con toda su pena. Sabía que era mi fin, que todo culminaría sin siquiera decir adiós pero ya no había vuelta atrás. Simplemente, deje de respirar.

No quería vivir, ni morir, sólo alejarme de ella.


Entendimiento

Si enamorado estoy, entonces que el amor se apodere de mi día a día, que éste sentimiento se convierta en mi monotonía.


      Caminar con nuestro ser amado siempre ha sido un gran sueño, nuestro deseo más profundo, ese día, ella me lo concedió. No fue sencillo convencerla  ya que, nuestra historia no era algo por lo cual hacer reverencia, pero poco a poco fue cediendo a mis peticiones.

Era ya la hora del ocaso cuando decidimos despedirnos, conversar por horas con ella es absorbente. Sus historias para mi son como cuentos para un niño, como droga para un enfermo; así que sólo la escuchaba y una que otra vez, ella paraba para prestar atención a algún relato tonto que del cual tenía que platicarle y entonces continuaba con sus crónicas fascinantes. 

No podía dejar de observarla, sus ojos me atrapaban como si fuesen torbellinos buscando derribarme, como si me hipnotizasen con una determinación devastadora, cuando al fin lograba girar la mirada, ya era tarde, mis mejillas estaban coloradas y mi corazón emitía un sonido tan abrumador que todo el que se acercara podría escucharlo. 

Ella aún no entendía por qué reaccionaba de esa manera, por qué cuando se acercaba yo intentaba escapar, intentaba alejarme a como diera lugar, pues la respuesta es simple, no quería ilusionarme.

Cuando por fin logra emitir una frase para culminar nuestro encuentro intento pensar en otra cosa, no quería que se apartara de mi lado, pero no había otro remedio, teníamos que emprender nuestro camino nuevamente y decidí prestarle atención:

—¿Por qué colocas esa cara? ¿Acaso no quieres estar a mi lado? —Me dice con dulzura, cautivando cada uno de mis capilares, como si me acariciara con su voz.

—No es tan simple como parece J. —Le respondo evadiendo rápidamente su mirada. 

—¿Entonces que es lo que sucede? —Me espeta con angustia.

—Cuando aprendas a entenderme, entonces estaré perdido.

No sabía si ella prestaba atención a la situación desde mi punto de vista, pero ya no había vuelta atrás, ella siempre sabía como entrar en mi mundo, como sacar las respuestas apropiadas.

—¿Por qué estarás perdido? —Pregunta sin haber comprendido ni una sola palabra.

—Porque descifrarás todas mis miradas, mis comentarios, mis expresiones, y ya no podré ocultar lo que siento, lo que pienso, lo que anhelo.

—Poco a poco lo descubriré —Estaba en lo cierto, siempre lo descubre.

—Eso es complicado, demasiado —La miro a los ojos con el deseo de usurparla por completo, de besarla como si no hubiese mañana.

—Me gusta lo complicado, poco a poco lo averiguaré —Me impone.

—Entonces, ya tienes un reto.

Otro presente por San Valentín

Quizás en el pasado hubiera dado mi vida por ella, pero hoy en día, su vida será quién se arrodille ante mi.


      Un día antes de San Valentin todos hacen los preparativos, comprar sus obsequios, elaborar sus cartas de amor y la floristería se llena de encargos; yo como todos los años, no hago nada. No me interesa un amorío de semanas o una persona que esté a mi lado sólo para que me haga compañía, al fin y al cabo la mejor acompañante es la soledad.

Pero no les mentiré, sí me gustaba alguien  una chica muy peculiar, sus ojos eran prominentes de un color castaño claro, el cabello tan oscuro como una sombra y su piel pálida de color blanco mate, era perfecta y yo, pues un simple fotógrafo que sólo sabía captar la magnificencia en un abrir y cerrar de ojos, y ella lo era.

Tenía fotografías donde su belleza era tangible, pero jamás una fotografía donde nos encontrásemos los dos, eso me afectaba pero intentaba no pensar ello. Éste año decidí hacer algo distinto, algo que saliera de los parámetros conocidos, un regalo que de seguro a ella le encantaría. Una sesión de fotos, eso sería perfecto, seguramente quedaría impresionada, yo saldría triunfante y le declararía mi amor.

El día de San Valentín todos sus pretendientes le regalaron infinidades de presentes, costosos a simple vista, pero por mi parte, sólo le llevaba una carta y un collar que tenía un corazón tallado por mi. Me acerqué con cautela y le di mi presente, al abrir la carta sus rasgos cambiaron, estaba completamente cautivada y aceptó de manera inmediata, pero rechazó el collar diciendo que no me quería, que no utilizaría esa asquerosidad y podía echarlo a la basura.

Mi corazón se partió en mil pedazos ¿de verdad no tenía ni una oportunidad con ella? ¿Aceptaba mi amistad por un simple interés? Sí, interés, por eso me permitía estar a su lado. Mi temor más oculto se había vuelto realidad, el rechazo. Todos tememos al rechazo, algunos lo pasan por alto o simplemente lo ignoran, por mi parte es un golpe directo a cualquier sentimiento y puede cambiar fácilmente tu manera de pensar, y eso fue lo que sucedió.

La cité para antes del atardecer ya que esa hora es magnífica para hacer buenas fotografías. Cerca de mi casa había un bosque frondoso, a unos cuantos kilómetros se encontraba un lago dentro de el, un lugar perfecto para elaborar mi respuesta a su rechazo.

Mientras arreglaba todo el material tocaron la puerta de mi casa, era ella, con un vestido gris impresionante, sus bustos sobresalían de el, su cabello destacaba y sus ojos podrían penetrar cualquier cosa que se propusiese. Pero ya era tarde, ya no estaba interesado y eso era un factor importante que quizás ella debió haber notado.

Caminamos hasta el lago y en el trascurso hicimos varias paradas, visualicé el bosque como nunca antes, ya que ese sería mi escenario. Los árboles de secuoya se extendían en todo el perímetro, tan altos que parecían llegar al cielo, tan aglomerados que la luz apenas llegaba hasta nosotros. El lago estaba impecable como siempre, sus aguas expectantes tan azules como el mismo cielo, su amplitud era hermosa. 

Ella no pudo esperar y decidió comenzar enseguida, claro que yo también, entonces saqué del bolso unos de los implemento que utilizaría. 

—Mi padre tenía afición por la caza, hurtar una de sus dagas no fue lo complicado. Claro que tú no debes preocuparte, no creo causarte más del dolor que tú ocasionaste. Por eso no sufrirás cuando te extirpe el "corazón". Digamos que siempre quise poseerlo, pero vamos, jamás creí que lo tendría literalmente entre mis manos.

Amor de jóvenes

Si alguna vez os dije te quiero, apreciadlo como vuestra vida, porque segunda vez quizás no haya.


"¿Y qué hay ahora de ese al que tanto amabas?
¿Ya lo olvidaste? El amor de los jóvenes
¡No habita el corazón sino los ojos! ¡Cuántas lágrimas
Por él, y cómo lavaron tus claras mejillas!
¡Cuánta agua salada vertida inútilmente!
¡Por un amor que ya no sabe a nada!

¿Por qué el amor parece tan dulce en apariencia
y si se prueba tan tirano y cruel?

Y sí, ella posee la riqueza de lo bello,
pero es pobre, porque todo cuanto tiene consigo ha de morir.

Pues porque para el amor no hay limites de piedra
y lo que el amor puede lo debe intentar el amor.

Si alguna vez fuiste tu mismo, si los suspiros eran tuyos,
tu y tus suspiros eran para los ángeles, y ahora has cambiado".

- William Shakespeare

Reencuentro

Utilizar mis recuerdos como lienzo, utilizar mis sentimientos como color.


Estaba sentado al lado de un árbol, ese lugar al que solía recurrir para escribir con mayor comodidad, el lugar donde ellos se encontraban. Esperaba que alguna idea se le viniese a la mente, su nuevo libro lo tenía devastado, quizás porque era acerca de ella o quizás porque simplemente quería olvidar.

Poco a poco se sumergía entre lágrimas, unas que no eran visibles, unas que sólo ella vía y seguro  hubiese sabido lo que estaba sucediendo y eso no le agradaba en lo absoluto. Tomo valor e intentó escribir el final de aquella historia, pero no se le ocurría nada. ¿Cómo poder terminar todo con una simple frase, con un párrafo absurdo? Era imposible

Levantó la vista hacia el cielo, siempre conseguía inspirarse viendo aquel azul celestial, lo relajaba y habría su mente. Entonces sus miradas se encontraron, y ya no, ya no podía apartar la mirada de aquellos ojos, aquellos ojos que entraban en su alma y la abandonaba sin esfuerzo alguno, y de pronto, surgió una sonrisa.

"Y sí, quedaremos como extraños, personas que nunca se conocieron. Pero algún día te encontraré caminando en la soledad, y de mis labios escucharás entre susurros —mientras te observo a los ojos con fijo detenimiento—, un 'Te quiero' ".

Abismo de ilusiones

Esos recuerdos que siempre estuvieron en mi memoria, aquellos que nunca quise conservar.


     Siempre nos hacemos falsas esperanzas, aquellas que nos destruyen y nos abandonan en los momentos menos esperados, aquellas de las cuales nos enamoramos ciegamente, aquellas a las que llamamos ilusiones.

Puede que me refiera al día en que nos conocimos con un termino tan equivoco como "error", no puedo decir que ese día ocurrió una desgracia ya que en aquel momento caí en un abismo, que aunque me doliera el impacto, de una u otra manera me dejaría enseñanzas. Lo que creí recíproco fue una falsedad que dio origen a una confusión,  de la confusión nacieron aquellos sentimientos y éstos terminaron liquidándome. 

Entonces llegué a una simple conclusión ¿para qué sirven los sentimientos? Simple, para dificultarnos nuestro transcurso y para hacernos madurar; ser quien somos hoy en día. ¿Cómo sería la vida sin obstáculos o problemas? Está claro, no sería una vida.

Un simple sentimiento

Si por locura me caracterizasen estuviese internado, si por amor me caracterizasen, ya no tendría remedio.


      Todo se ha perdido en el aire, todo se ha desvanecido como aquello que sentí hacia ti alguna vez. Jamás hubiese pensado que te necesitaría como te necesito en este momento, jamás me hubiese imaginado que por pensar en ti me acostumbraría a tu presencia.

Sé que te has marchado pero aún sigues presente, en mi memoria, en mis sueños, en mis ilusiones. ¿Cómo decirte que te quiero si tú no sabes lo que sientes por mi? Aquellos momentos felices, aquellos momentos en que todo era "perfecto". Ahora entiendo que la perfección no existe, ahora entiendo el porqué de muchas cosas.

Aquellas mariposas que llevaban tu nombre, esas que me agobiaban en esos momentos han muerto, todo se ha acabado. Los corazones se ha hecho polvo, los recuerdos se han extraviado y tu olor ya no lo percibo. 

Quizás, si algún día me vieras de otra manera, ese día ya no estaré presente, mis pisadas se habrán desvanecido, mi sombra no estará a tu lado. Todos nos cansamos de esperar, los bancos se hacen incómodos, los píes se extenúan y el tiempo se agota. Sólo queda un alma atormentada que no podrás consolar porque ya se habrá marchado, habrá encontrado a alguien más ya que, a los desafortunados el tiempo los apremia.

¿En qué nos convertimos?

El color es lo primero que se pierde cuanto tenemos conciencia. 

      En ocasiones nos sentamos a pensar en todo lo que alguna vez quisimos, lo que alguna vez amamos y ya lo hemos perdido, aquellos juguetes que tanto nos gustaban, la amistad de esa persona que tanto añorábamos o inclusive aquellas raspaduras que eran "incurables".

A medida que crecemos vamos abandonado poco a poco lo que nos hizo ser lo que somos hoy en día, una caricatura, el libro de lectura que tanto odiábamos o mucho peor, nuestros amigos de la infancia.  

Una hormiga, una hoja, un simple grano de arena, todo eso era un mundo nuevo para nosotros, lleno de curiosidades e impresiones pero se ha quedado sin color, ya no son relevantes en nuestra vida, hemos olvidado apreciar hasta los pequeños detalles. 

"¿Qué ha pasado? Los chupetes se convirtieron en cigarros, el agua en vodka, las bicicletas en carros, los besos en sexo. ¿Te acuerdas cuando volar significaba columpiarse muy rápido? ¿Cuándo 'protección' significada usar casco al ir en bicicleta? ¿Cuándo lo peor que podías recibir de una persona eran piojos? Los hombros de papá eran el lugar más alto del mundo y mamá era heroína. Tu peor enemigo era tu hermano, los problemas de velocidad eran causados por alguien que corría más rápido. 'Guerra' era sólo un juego y la única droga que conocías era el remedio para la tos. El dolor más fuerte que podías sentir era el de tus rodillas raspadas y 'adiós' significaba 'hasta mañana'. Todo era lo mejor del mundo, pero no pudimos esperar crecer".

Pasión irracional

"No siempre los suicidas son cobardes, no siempre los cobardes son suicidas".


Desde lo más recóndito de mi mente estoy escribiendo esta nota, este pedazo de papel que intentará expresar lo poco que me queda, nada.

El tiempo se ha detenido aquí, nada sirve, los espejos no reflejan, el agua no sacia mi sed, el fuego no me da calor. Todo es extraño, fuera de lugar; mi país de las maravillas se ha venido abajo, ya no tiene arreglo.

Estoy sentado en la mesa del bosque, aquella donde nos reuníamos para tomar el té, mis personajes, mis sentimientos y yo. Mi vida se ha desvanecido entre mis manos por no tener un poco de valor para enfrentar la realidad.

Sí, la realidad. Un loco enamorado, ¿quién lo diría? Todos hemos escuchado la expresión "loco de amor", pero ¿loco enamorado? Vamos, eso es nuevo, y eso fue lo que se infiltró en mi mundo, en mi mente.

Cómo una simple persona puede voltear todo de cabeza, cómo una simple persona puede arrebatarte tus ideales, tus convicciones y dejarte solo, sin nada a qué aferrarte, sin nada por lo qué vivir.

Esta mesa está vacía, mis invitados se han marchado, el azúcar se ha escaseado y el té se ha agotado. Mis pensamientos son cada vez más confusos, mi estómago me dice que algo anda mal pero ¿qué será? Últimamente no he comido mariposas ni ningún otro tipo de insectos.

Mi corazón está desesperado, intenta buscar ayuda en algún lugar, ayuda que no encontrará en este inhóspito lugar, en esta mesa de recuerdos y añoranzas.

Lo único que puedo recordar son tus sonrisas, tu gran sentido de humor, tu piel tan blanca como la de un conejo y por supuesto tus hermosos rizos dorados, aquellos que me cautivaron desde la primera vez que te vi.

Me resguardo en este lugar desde aquel momento, el momento en que no tuve el valor para decir lo que siento.

Estoy loco y eso me agradaba, pero por estar loco me he enamorado de ti.

Letras confusas